Dedicatoria

Dedico este blog al señor Claudio Salinas Allendes, profesor de administración. Gracias por transmitirnos su sabiduría.

martes, 11 de junio de 2013

Los secretos de Harvard, la universidad de élite


Harvard, ¡un mito! En el 2011 la prestigiosa universidad americana encabeza todavía la clasificación de Shangai.  Nada menos que 44 premios Nobel, 46 premios Pulitzey y 8 presidentes de los Estados Unidos han salido de sus filas.  Harvard acoge a la élite intelectual en sus diez facultades, que van desde la medicina al arte pasando por el derecho y los negocios.  La socióloga Stephanie Grousset-Charriére a trabajado allí como lectora entre los años 2004 y 2008, lo que le ha permitido descubrir desde el interior el "sistema Harvard". Y, en primer lugar, quienes son los profesores.
Su propio proceso de selección la enfrentó desde el primer momento a las exigencias de esta universidad. "Mi candidatura fue seleccionada después de cuatro entrevistas de más de media hora cada una con la directora del departamento y tres profesores", cuenta la socióloga, que tras esta experiencia ha publicado un libro titulado "La cara oculta de Harvard". El prólogo* es claro: en  Harvard no se enseña sólo a los estudiantes, si no también a los profesores se les amolda a la imagen que deben transmitir. "No tenemos derecho a faltar a clase; incluso con 39°C de fiebre se asegura que la clase se impartirá; tenemos que estar siempre bien vestidos, sonrientes, afables y dar buen ejemplo. Puntualidad, amabilidad, gentileza, comprensión, eficiencia, disponibilidad, capacidad, rendimiento y disciplina son algunas de las cualidades que se atribuyen a la figura del profesor".
El año lectivo comienza con un curso de una semana previo al comienzo de las clases para recibir y dar formación intensiva a los nuevos profesores. La primera clase es grabada y analizada. "Nos enseñan a ocupar el espacio, a situarnos delante del escritorio y a recorrer toda la clase con la mirada.  Los profesores nuevos tiene clases de ciencias de la educación durante un semestre.  Cómo hacer las clases interactivas, cómo presentarse, cómo fomentar las preguntas y cómo utilizar los documentos y soportes informáticos. Las clases deben gustar. Los alumnos no deben aburrirse, y debemos plantearnos siempre cómo se tomarán nuestras clases. Jamás me había preocupado de esto cuando enseñaba en Francia, lo que importaba era el contenido de la clase. "admite Stephanie Grousset-Charriére.
Tras este curso llega el momento de la shopping week, una semana en la que los estudiantes eligen entre las 900 clases propuestas. Es entonces cuando hay que convencerles*: "es importante tener éxito en tu primera clase y ser elegido por un número de estudiantes suficientemente grande para que se mantenga la clase, o si no la suprimen sin dudar". Cada profesor debe conocer a todos sus alumnos por su nombre y atenderles personalmente en su despacho. "Durante esta entrevista se crea un vínculo que rompe el anonimato, pero también permite vencer la timidez de ambas partes, sobretodo la del profesor, algo que a mis compañeros franceses no les gusta admitir. Aquí el estudiante y su profesor se eligen y se comprometen mutuamente a realizar todos los esfuerzos necesarios para alcanzar el éxito de ambos".
En Harvard los profesores y los estudiantes se evalúan mutuamente. Al final de cada semestre los estudiantes tienen la posibilidad de puntuar a sus profesores. Si obtienen un 4,5 o un 5 se les reconoce con la entrega de un diploma, el Derek C. Bok Award, otorgado en una ceremonia que incluye pastel y champán.
Pero lo más desconcertante para un profesor francés o europeo en Harvard es el método de valoración del trabajo de los estudiantes.  En el campus bostoniano el concepto de "media" no existe.  Los juicios deben ser siempre positivos y constructivos. "jamás se critica a los estudiantes. El tono intransigente, admitido en nuestro país, no se utiliza en el sistema americano. No se dice "no está mal", sino "he aquí un error interesante, veamos de donde viene la confusión para no repetirla", observa la socióloga. He visto algunos de mis compañeros decepcionados por no haber sido renovados porque se les consideraba demasiado duros, demasiados franceses", concluye.
Profesora de Cultura Francesa en el departamento de lenguas romances, Stephanie apenas ha observado los vínculos de los profesores con las empresas en Harvard. Sin embargo Stéphan Bourcieu, director actual de la Escuela Superior de Comercio de Dijon-Bourgogne económico."  Las clases eran impartidas por profesores muy cercanos al mundo empresarial, a menudo consultores de empresas. Evidentemente, estos profesores enseñan a sus alumnos casos reales".
Señala Stéphan Bourcieu que una de las claves de la enseñanza en Harvard es que "cuando se analizan cuatro o cinco casos cada día se adquiere una cultura empresarial real".
La universidad cuenta con un capital de treinta millones de dólares gestionados por una centena de profesionales versados en los entresijos de los mercados financieros. El coste de la matricula es, por supuesto, elevado: alrededor de 43.0000$ al año, más las generosas contribuciones de los antiguos alumnos. A cambio los hijos de algunos de estos benefactores pueden estudiar más adelante en Harvard. "¿Privilegios ocultos, o esquemas típicos de la reproducción cultural*?", se pregunta Stephanie.  Sin embargo, la universidad pone en marcha numerosos sistemas de apoyo financiero para que el criterio de excelencia prime en el sistema de selección. Este año sólo el 5% de los aspirantes a Havard ha conseguido entrar.
Me ha sorprendido el excelente ratio de los alumnos, con un profesor por cada 8 o 10 estudiantes en centros que son casi familiares, pese a recibir entre 2500 y 3000 estudiantes nuevos cada año.
Los cursos son muy abiertos, casi a la carta, con una gran multidisciplinariedad similar a los cursos primitivos.  Esto evita que jóvenes de 18 años que todavía no tienen un proyecto profesional definido se especialicen demasiado rápido. Cuenta el director de la Escuela Superior de Comercio de Grenoble, Jean-Francois Fiorina, quien ha visitado tres de las 259 universidades de élite que ofrecen cursos a estudiantes de primer ciclo de estudios universitarios para la obtención de "bachelor's", equivalente a un grado universitario.  Basa su observación en el Smith College, Amherst College y Wellesley College, donde estudió Hillary Clinton. La entrada es casi tan selectiva como Harvard, con 10.000 candidatos para 500 y 700 plazas.
¿Se puede importar este sistema a Francia? "Difícilmente", responde Stephanie Grousset-Charriére, aunque me he dado cuenta de que ahora utilizo mi experiencia pedagógica en mis clases de Toulouse para fomentar el debate y la interacción, algo que los estudiantes aprecian, ya que están ansiosos por conocer ejemplos concretos y vinculados a la actualidad".

Fuente: Articulo Le Monde

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